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Los orígenes
Desde el advenimiento de la modernidad el grado de desarrollo de las naciones esta estrechamente asociado a su capacidad de transformar las materias primas disponibles mediante sucesivas etapas de valor agregado aportado por el conocimiento científico y tecnológico. Todas las naciones del planeta participan en diferentes grados de este modelo de desarrollo y en ningún otro momento de la historia, la generación, la aplicación del conocimiento científico, tecnológico y sus consecuencias sociales, económicas, comerciales, productivas, militares, culturales, laborales, sanitarias, éticas o educativas, tuvieron tanta importancia como en los últimos cuarenta años.
Por tal razón la viabilidad y el desarrollo de las sociedades depende esencialmente de los recursos materiales y humanos disponibles para generar, acceder, almacenar, comprender y utilizar el conocimiento científico y tecnológico.
Este nuevo paradigma de sociedad emerge en los países europeos a partir del Renacimiento y adquiere su máxima expresión durante los S. XIX y XX.. La modernidad representa una profunda transformación de las ideas establecidas, de los conceptos científicos, modifica la lectura de la realidad, y establece las bases de un nuevo modelo de desarrollo cuyo eje articulador es la noción de progreso.
El pensamiento moderno surge en América Latina en un contexto económico y social muy diferente del europeo. A pesar de que existe una clara supremacía en el control cualitativo y cuantitativo de la información y la tecnología entre los colonizadores y las poblaciones autóctonas, América Latina nace a la independencia con el derrumbe del imperio español, cuando los ejes del poder se desplazan de la posesión de la tierra al dominio de los mares, hacia las tecnologías de la navegación, las comunicaciones marítimas y la supremacía de los puertos. Este nuevo eje de poder busca abrir los espacios mundiales para los nuevos mercados, impulsa la construcción de la sociedad global, cada vez mas homogénea, portuaria, consumidora. Ya no son los jinetes sino los navegantes los que poseen las claves del futuro. No es mas España sino Gran Bretaña la que impone un nuevo modelo de dominio, fuertemente apoyado en los nuevos conocimientos.
Las dificultades estructurales
En los países de América Latina, la fragilidad del poder central, el desconocimiento o la negación de la realidad continental y la ausencia de objetivos productivos orientados a desarrollarla, hace que la información científica y técnica de la modernidad, producida esencialmente en las naciones europeas, no se vincule a las transformaciones materiales de los nuevos países independientes, ni consolide su aplicación para el desarrollo y la transformación de sus sociedades. Las élites del continente americano no asocian el conocimiento al desarrollo y sus intereses se orientan hacia el comercio o la extracción de materias primas, con métodos que no exigen mayor innovación ni tecnología.
En los países de la región el déficit de conocimientos no es coyuntural, es un problema crónico. La ciencia, la tecnología, la innovación surgen como actividades intelectuales, casi sin vínculos con el desarrollo productivo o social. Los países de América Latina no eligen los métodos ni los recursos humanos y materiales adecuados para acceder al conocimiento de su realidad, pero tampoco definen las orientaciones estratégicas ni el saber apropiado para su transformación. Las propuestas que emergen pocas veces obedecen a análisis y diagnósticos endógenos o responden a prioridades vinculadas al desarrollo, casi siempre son alternativas creadas para resolver las necesidades de los países desarrollados, habitualmente impulsadas por la élites dominantes o sugeridas por los organismos internacionales.
Este profundo déficit de conocimiento que se observa en todas las naciones de los países en desarrollo genera una profunda brecha social interna y con los países desarrollados, que no cesó de agravarse desde el salto productivo que representa en la economía mundial el advenimiento de las nuevas tecnologías (informática, robótica, electrónica, biotecnologías).
En 1960 la diferencia de ingresos entre el quinto de los ciudadanos más pobres del mundo y la misma proporción de los más ricos era de 1/30, de 1/60 en 1990 y de 1/74 en 1997, según el Informe Anual del PNUD de 1999 (Fig 1). Las diferencias en el número de científicos entre algunos países en desarrollo y los más avanzados tecnológicamente llega a ser de 1/1000 y ninguno de los países en desarrollo se acerca a menos de 1/3 de los valores que presentan los países tecnológicamente avanzados (Fig 5). Como resultado de esta evolución desigual, las riquezas se concentran en un pequeño número de países, de empresas y de personas. Los países de la OCDE disponiendo apenas del 19% de la población mundial reciben el 58% de las inversiones extranjeras y producen el 71% de los intercambios mundiales de bienes y servicios. La brecha es aun más notoria en los productos tecnológicamente avanzados como Internet, donde la distancia que separa los diferentes niveles de desarrollo es más significativa: el 91% de los usuarios de Internet reside en los países de la OCDE (Fig 3).
Si la globalización pretende generar un área mundial de actividades económicas, en un mercado de productos cuyo valor tecnológico agregado es cada vez más avanzado, los países sin posibilidades de generar conocimiento para transformar su realidad no pueden ser competitivos.
Esta forma de mundialización, que se presenta como inevitable, genera tanto en los países ricos como en los mas pobres, sociedades cuyas libertades esenciales disminuyen, se interrogan sobre la coexistencia democrática, transforma el conocimiento científico, patrimonio de la humanidad en patentes, multiplica el número de excluidos, produce desigualdad, violencia e inseguridad ciudadana. El pensamiento económico neoliberal impuso la idea de que el mercado y la democracia se desarrollan conjuntamente. Sin embargo la democracia es la elaboración de un proyecto colectivo, realizada por individuos iguales frente a la ley. En cambio las reglas del mercado se establecen por relaciones de fuerza y de poder donde siempre se impone el mas fuerte.
Durante la primera mitad del siglo XX la tercera parte de la economía mundial estaba representada por la agricultura, el segundo tercio por la industria y el resto eran servicios. Los países agro exportadores vivían tiempos de gran prosperidad. Era el caso de varias naciones del continente americano. A partir de la década de 1960 se produce una modificación cualitativa en la economía mundial. La agricultura, a pesar de haber aumentado sus volúmenes de producción y su rendimiento, se reduce al 4% de la producción mundial. En los 40 años que siguen la industria ocupa un tercio de la economía mundial y los servicios representan dos tercios de la misma. Pero además, los servicios de fines del siglo XX contienen una elevada tecnología. Esa es la mayor diferencia entre la economía clásica y la de la sociedad del conocimiento.
Esta nueva economía, altamente dinámica, necesita la formación permanente de recursos humanos, los que se vuelven deficitarios para el mundo entero. Pero también la nueva economía mundial revela que ya es muy difícil competir vendiendo materias primas, reduciendo salarios o el gasto público. La diferencia entre las naciones se encuentra en el valor agregado del conocimiento. Aunque los países continúen disponiendo de grandes volúmenes de recursos naturales, su venta genera cada vez menos ingresos, la brecha se amplifica con los países desarrollados y se cuestiona cada vez mas la viabilidad económica y social de las naciones en desarrollo.
Un parámetro importante que caracteriza la dimensión económica de los Estados es el número de patentes obtenidas en los sectores tecnológicamente avanzados. Sin embargo, en los países de la región, los componentes del sistema nacional de innovación que facilitan el desarrollo tecnológico se encuentran fragilizados por las bajas inversiones públicas y/o privadas y el número restringido de recursos humanos altamente capacitados disponibles en las actividades académicas, tecnológicas o industriales
La imagen estadística de la ciencia de América latina y el Caribe, pone en evidencia la debilidad del sistema científico-tecnológico regional. El gasto nacional en investigación y desarrollo permite hacer una primera aproximación al potencial científico y tecnológico de las naciones. De los 25 mil millones de dólares invertidos por el mundo en 1992 en ciencia y tecnología (CyT), el 83% fue realizado por EE UU (38.5%), la Unión Europea (28.3%) y Japón (15.8%).
América latina representa apenas el 1% de los gastos mundiales y el 1.4% de la producción científica mundial. El peso tecnológico mundial de América latina medido a través de las patentes solicitadas es solamente del 0.2%. Contrastando con estas cifras se observa que el Producto Nacional Bruto de la región representa el 6% de la producción económica mundial.
En el actual contexto histórico, probablemente, la única forma de asegurar la viabilidad y el desarrollo de un modelo social equitativo sea definir estrategias nacionales e internacionales, que, en el marco de un adecuado diagnóstico de la realidad, permitan consolidar los componentes académicos, tecnológicos e industriales del sistema nacional de generación de conocimiento e innovación mediante adecuadas inversiones y la eficaz interacción de sus componentes.
El talón de Aquiles de la sociedad del conocimiento
Las migraciones siempre fueron el resultado de las diferencias de potencial. Los pueblos se desplazaron buscando la paz, los alimentos, el agua, el conocimiento. Al no existir grandes atractores universales los desplazamientos humanos nunca se concentraban en un único territorio, en un único polo de desarrollo. El conocimiento se difundía con los viajeros.
La creación de las universidades, desde fines del primer milenio, generó fuertes polos de atracción intelectuales y culturales, Bolonia, Paris, Salamanca, Oxford, que impulsaron las migraciones de estudiantes y profesores. Estas migraciones, muy limitadas en su número, no se realizaron únicamente por motivos académicos y las universidades acogieron perseguidos religiosos o victimas de los diferentes conflictos, frecuentes en las sociedades europeas.
Cuando las universidades transforman sus espacios de reflexión, descubrimiento o especialización en sistemas de acumulación de méritos, finaliza el período del claustro y las academias se incorporan progresivamente al proceso de internacionalización del conocimiento. Este proceso de internacionalización que es, primero comercial y casi inmediatamente tecnológico y científico, se inicia en el S. XV, siendo apenas interrumpido hasta nuestra época, por breves períodos donde el interés militar protege y encierra el conocimiento en el ámbito nacional.
El siglo XX, en cambio, se caracteriza por un doble discurso, el de la libre circulación de las ideas y las personas y el de la protección restrictiva del conocimiento, primero por razones militares, luego sanitarias y actualmente en todas las actividades de interés productivo, por medio de las patentes.
La aceptación por parte de los Estados de la internacionalización del comercio, de la ciencia y la tecnología, puesto en evidencia desde el renacimiento, marca probablemente el origen de la mundialización. El conocimiento científico-técnico que se incorpora rápidamente en las sociedades europeas a la generación de beneficios económicos y sociales, adquiere un verdadero impacto universal a partir de los descubrimientos renacentistas. La posesión del conocimiento y la de sus generadores y transmisores se transforma entonces en una pieza clave para la conquista del poder.
Durante los primeros años del siglo XX, las migraciones de profesionales de los países en desarrollo hacia los países desarrollados fueron asociadas a un proceso de formación profesional, cuyas expectativas se centraban en la resolución de los problemas planteados por el conocimiento, considerados paradigmas universales. De esta forma se pretendía también resolver los problemas locales, por medio de la transferencia de conocimientos y tecnología, en el marco de un modelo filosófico positivista, de una ideología de progreso y de una cooperación científica internacional orientada al desarrollo.
A mediados del siglo XX las migraciones profesionales adquieren una nueva dimensión cualitativa y cuantitativa y se introduce, a través de la literatura especializada inglesa, el concepto de “ brain drain ”, traducido al castellano como “ fuga de cerebros ”, que otorga a este fenómeno una noción de valor, positivo para los países receptores y de pérdida para los países emisores. Este concepto define originalmente la emigración de profesionales británicos hacia los EEUU y la ausencia de retorno de los estudiantes de formación superior a sus países de origen, debido a la rápida expansión económica del país receptor. La “fuga de cerebros” no es un fenómeno migratorio masivo como conociera Europa desde el S XIX y prolongado hasta 1930, a través del cual se expatriaron más de 60 millones de personas, y en donde todos los sectores sociales se encontraban representados. A partir de la segunda guerra mundial la captación de inmigrantes, esencialmente en los EEUU, se vuelve selectiva y se orientan las políticas con el fin de incorporar los conocimientos profesionales necesarios, en primer lugar, para el desarrollo de la seguridad nacional y posteriormente para todos los sectores vinculados al sistema productivo.
Los organismos del sistema de Naciones Unidas adoptan el término de “ brain drain ” para identificar las migraciones unidireccionales de científicos hacia los países industrializados de economía de mercado con la finalidad de contribuir al crecimiento de esas naciones.
En los últimos treinta años de este siglo las migraciones de científicos y de profesionales desde los países de menor desarrollo a los países desarrollados se incrementaron de manera muy importante y este proceso migratorio coincidió con la formación de la sociedad de mercado global y la necesidad creciente de profesionales en los países centrales, con la agudización de los conflictos políticos y étnicos, con la crisis económica de los países en desarrollo, con la definición de nuevas medidas de captación de profesionales altamente capacitados por parte de las autoridades del gobierno de los EEUU, con la creciente importancia estratégica que adquiere la producción del conocimiento, la innovación, su rápida incorporación económica y su impacto social.
Las migraciones profesionales, así como la de las ideas, se encuentra estrechamente asociada a la coyuntura política y económica de las naciones. Los períodos de gran perturbación política se revelan grandes expulsores de poblaciones académico-científicas y profesionales en general y generan consecuencias que se transmiten a otros ámbitos de la vida científica. Un ejemplo que ilustra el impacto de las migraciones profesionales sobre las sociedades es el que las asocia a la declinación de la lengua alemana. Habiendo dominado la prensa científica desde fines del siglo XIX, el idioma alemán perdió su influencia en el siglo XX, en gran parte, por las migraciones de especialistas de los países germánicos, expulsados por el antisemitismo. Estas migraciones, desde 1930, permitieron a los EEUU dotarse del mejor equipo de físicos del planeta.
Sin embargo es el grado de desarrollo económico y social de una nación el que determina su capacidad de retener o expulsar al personal especializado. La India, sin haber sufrido mayores sobresaltos políticos desde la independencia, exporta de una manera continua más de 500.000 profesionales anuales.
El sistema de generación de conocimiento de los países en desarrollo es extremadamente frágil. De los 150 millones de personas que desarrollan en el mundo actividades científicas y tecnológicas, el 90% se concentran en los países de las siete naciones más industrializadas y un poco más de cuatro millones, el 3% del total, están directamente implicadas en actividades de investigación y desarrollo, señala un informe de la OCDE. El personal de los países en desarrollo dedicado a actividades científicas y técnicas se estima actualmente en 1.800.000 personas. Solamente en EEUU, Japón y Europa reside mas de un tercio de esa comunidad científica.
Los países de América latina y el Caribe disponen de 146.000 investigadores que representan apenas el 3, 5% del total de científicos del planeta, valor inferior al promedio mundial.
América latina y el Caribe tienen, 3 veces menos investigadores que Japón, 6 veces menos que los EEUU, un cuarto del personal de investigación y desarrollo de Europa, 4 veces menos que China. Solamente EEUU y Canadá disponen del 25% de los investigadores del mundo.
Las migraciones de personal altamente calificado representan una pérdida de conocimiento muy significativa para los países en desarrollo. Entre 1961 y 1983, 700.000 profesionales y personas de alta calificación de la región emigraron de los países de América latina y el Caribe hacia los EEUU, Canadá y el Reino Unido, más de cuatro veces el número total de científicos que desarrollan actividades a tiempo completo en la región, muestra un estudio realizado por el Centro Latinoamericano de Demografía (Fig 6). Si el flujo migratorio mantuviera la misma cadencia de los años que comprende el estudio, puede estimarse que más de 1.200.000 personas altamente calificadas de la región emigraron hacia esos tres países entre 1961 y 2002. Estimando que el costo mínimo de una formación universitaria en la región es de 25.000 dólares, las migraciones profesionales de los últimos 41 años costaron a los países de América latina y el Caribe más de 30.000 millones de dólares..
En la estrategia de generación y utilización productiva del conocimiento, la posesión de los recursos humanos constituye un factor limitante, es el talón de Aquiles del sistema. En los países industrialmente avanzados, el déficit agudo de personal calificado determina la adopción de medidas políticas, de formación profesional, salariales o migratorias, destinadas a los profesionales educados en los países periféricos, quienes son incorporados en las Universidades, instituciones de investigación o empresas de los países desarrollados. De esta forma estos países se benefician de la inversión social y personal de mas de 20 años de educación, realizados por los países en desarrollo con cada individuo.
Las estimaciones nacionales sobre el conjunto de argentinos residentes en el exterior muestran (censo de 1980), que aproximadamente el 2% de la población total del país, es decir algo menos de 600.000 personas residen en el exterior. En 1980, fueron censados oficialmente, cifras siempre subestimadas, 307.700 argentinos residentes en 35 países. Los mismos estudios censales permiten identificar el grado de instrucción de los argentinos residentes en esos países. En Argentina el 18% de la población dispone de mas de diez años de instrucción, mientras que entre los residentes argentinos en los EEUU se contaba con el 84.1%. Esta cifra revela de manera elocuente la importancia cualitativa de la pérdida de conocimiento producida por las migraciones. El 50% de los residentes argentinos en México eran profesionales de nivel universitario dedicados a la investigación y a la docencia. De los 120.000 argentinos censados en Venezuela en 1981, el 50% de los hombres y el 34% de las mujeres habían recibido una educación superior, cifra solamente comparable con la emigración uruguaya en ese país donde el 62% de los hombres y el 29% de las mujeres eran universitarios.
El censo de población de 1990 de los EEUU identifica a 43583 peruanos residentes legales en ese país con educación terciaria. Perú representa el quinto contribuyente de personas con formación universitaria de América Latina a los EEUU, después de México, Jamaica, Colombia y El Salvador. (Fig 7)
El censo de 1999 muestra que el 12,5% de los profesionales universitarios de EEUU, 1.559.000 personas, son extranjeros, donde 212 400 son originarios de países de América Latina. Los doctores representan el 25,7% de la población profesional extranjera residente en los EEUU, 14,8% disponen de un master, 8% un grado profesional y el 10,5% el diploma básico de estudios universitarios. Una pirámide de formación invertida en relacion con las cifras observadas en los EEUU y en el extranjero, revelador del mecanismo selectivo de los residentes extranjeros en ese pais. (Fig 10-14)
En los países desarrollados se observa un incremento constante del número de efectivos científicos aunque las inversiones en investigación se hayan estabilizado o disminuido, como sucede actualmente en los EE UU. Esto no impide que la distancia que separa a este país del resto de las naciones del mundo, aun las más desarrolladas de Europa, se incremente, especialmente en las áreas de informática, telecomunicaciones y biotecnologías. EEUU dispone de 3700 investigadores a tiempo completo por millón de habitantes mientras que Argentina no alcanza el cuarto de esa cifra. Los investigadores en Argentina representan el 2.6 por mil de la población económicamente activa, en cambio en los EEUU constituyen el 7.37 por mil.
Las diferencias de desarrollo científico entre los países de América Latina y el Caribe y los EEUU no está solamente representada por la proporción de investigadores por millón de habitantes sino por el número total disponible. Mientras que todos los países de América latina y el Caribe totalizan menos de 150.000 investigadores los EEUU se aproximan al millón. Esto pone en evidencia la importancia y la necesidad de armonizar las políticas de ciencia y tecnología de la región e integrar a los investigadores en programas comunes que pongan el acento en las prioridades regionales.
La organización de la diáspora
Las razones que han determinado este flujo continuo de profesionales de la región hacia los países desarrollados son esencialmente de carácter estructural, aunque el análisis de la información migratoria revele el impacto agravante del fenómeno, producido por acontecimientos políticos o sociales.
La ausencia de definición de políticas científicas en la mayor parte de los Estados de la región, la progresiva inadecuación de las estructuras de formación terciaria al proceso de generación, aplicación y difusión del conocimiento, la frágil estructura de formación cuaternaria y la casi inexistente política regional de formación doctoral, el incipiente desarrollo del tejido industrial desligado del sistema científico y tecnológico local y su desmotivación por absorber los productos científicos locales, la falta de adecuadas estructuras de escalado de procesos industriales, la indefinición de estrategias nacionales o regionales para la formación de recursos humanos, la lenta actualización de las políticas de cooperación científica internacional en el marco del nuevo reordenamiento mundial, la falta de incentivos económicos para el desarrollo de las actividades científicas y las grandes agitaciones políticas y sociales que conmovieron los países de la región constituyen algunas de las causas de la migración profesional producida.
Frente al problema de las migraciones de recursos humanos altamente calificados, los Estados adoptaron diferentes estrategias que pueden agruparse en dos categorías, o bien los emigrantes fueron considerados como una pérdida del potencial nacional, « brain drain », o fueron incorporados al proceso de desarrollo a través de un mecanismo de retorno de conocimientos y tecnologías que podría definirse como « brain gain ».
La primera opción generó políticas reguladoras de los flujos migratorios a través de la fijación de « cuotas » de becarios externos o emigrantes calificados o imponiendo a las poblaciones emigrantes o a los estudiantes no retornados diferentes sanciones administrativas o económicas. Estas políticas tuvieron efectos diversos. Individualmente fueron mal recibidas por las poblaciones y si se observan las cifras globales o por países de los flujos migratorios calificados, las tendencias migratorias de personal especializado hacia los grandes polos de atracción científica mundiales generalmente se incrementaron. Las políticas mas adecuadas para disminuir la emigración consisten en facilitar la retención del personal calificado, mediante medidas de consolidación del sistema nacional de innovación (laborales, estructurales, organizativas, financieras), sin embargo pocas naciones de los países en desarrollo han impulsado estas estrategias.
En cambio algunos países consiguieron generar mecanismos de repatriación parcialmente exitosos, que a veces resultaron de un costo excesivo para obtener beneficios muy reducidos o de corta duración.
Las estrategias de revinculación de los emigrantes científicos a proyectos en sus países de origen surgen recientemente en el área no gubernamental, a partir de procesos autoorganizativos de las diásporas científicas y son favorecidos por un incremento en la facilidad de circulación internacional de las ideas, las personas y la necesidad de aumentar los aspectos multidisciplinarios en los programas científicos.
Los primeros contactos organizados entre las comunidades científicas expatriadas se iniciaron a partir de una experiencia realizada en India, con el apoyo de la UNCTAD, a un programa de científicos visitantes, financiado desde 1977. En la misma década surge el programa TOKTEN (Transfer of Knowledge Through Expatriate Nationals) del PNUD (Programa de NNUU para el Desarrollo) cuya finalidad es facilitar el desplazamiento de expertos a países donde la lengua y la cultura facilita su inmediata operatividad. Por razones diversas, entre otras la falta de desarrollo endógeno, capaz de generar polos de atracción tecnológicos en los países menos desarrollados que captaran esos recursos y la falta de conocimiento del programa del PNUD por parte de las comunidades de científicos expatriados, estas experiencias fueron poco difundidas y su efecto fue poco significativo para el desarrollo de la mayor parte los sistemas científicos nacionales (TOKTEN, 1994).
Aunque hubo experiencias previas, puntuales y transitorias, es recién en la década de los 80, que las comunidades de científicos expatriados comienzan a organizarse y a establecer contactos con sus contrapartidas nacionales por medio de la creación de asociaciones sin finalidad lucrativa.
El retorno de la legalidad constitucional en Argentina (1983) provocó en las comunidades científicas de este país residentes en Francia y en EEUU, la organización de reuniones que cristalizaron en asociaciones. El gobierno argentino expresó también su interés por estas manifestaciones, organizando en el CONICET, una Base de Datos de Científicos Argentinos residentes en el exterior del país. La misma comunidad científica argentina, asociada a grupos parlamentarios nacionales, organizó una reunión en Buenos Aires, en 1985, donde se analizaron los efectos de la dispersión de científicos y se estudiaron algunos mecanismos de revinculación. Posteriormente el gobierno argentino creó el PROCITEX, programa centrado en una política de revinculación, pero especialmente de repatriación de científicos argentinos.
En 1999 fue creado por iniciativa del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, la Universidad de Buenos Aires y el Programa Red Inter Regional de Científicos de América Latina y del Caribe de UNESCO, el programa cre@r, una estructura destinada a generar bases de datos de emigrantes profesionales argentinos en el exterior y de necesidades urbanas en cooperación técnica. En 2000 un programa de características similares es creado en la Secretaria de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva de la República Argentina, RAICES, cuyos métodos de trabajo son similares a los de cre@r pero destinados al ámbito nacional.
La emigración científica uruguaya organizó en 1985 en Paris, una estructura asociativa, AFUDEST, que colaboró ampliamente con las autoridades universitarias, gubernamentales y la comunidad científica de Uruguay, para el desarrollo de actividades de revinculación y de desarrollo endógeno del sistema CyT. La experiencia de AFUDEST, transmitida a otros científicos de América latina, permitió el surgimiento de otras agrupaciones en Francia (Association Latinoaméricaine de Scientifiques, ALAS) en la década del 90. Es bajo propuesta de ALAS que se crea en UNESCO en 1991, el Proyecto Base de datos de Científicos de América Latina y del Caribe, con el apoyo de los embajadores de la región y posteriormente, en 1994, el Programa Red Inter Regional de Científicos de América Latina y del Caribe. Este programa desarrolla actividades de investigación científica en diferentes países de la región, de difusión y de formación en ciencia y tecnología.
En 1991, Colombia establece oficialmente la Red Caldas de Científicos e Ingenieros Colombianos residentes en el extranjero y organiza actividades de intercambio y formación con la diáspora colombiana. En 1996 por iniciativa de la Delegación de Venezuela en UNESCO se crea el Programa TALVEN, con el objetivo inicial de revincular los científicos venezolanos con su país de origen,.
En 2002 por iniciativa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia y el apoyo de la Unión Europea, el Banco Mundial, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Comisión Suiza para la cooperación científica con los países en desarrollo, los ministerios del Empleo y la Solidaridad, de la Juventud, la Educación Nacional y la Investigación, la Academia de Ciencias, el Consejo Económico y Social, el Alto Comisariado para la Cooperación Internacional, la Asociación de Universidades Francófonas de la República Francesa y el Institut de Recherches pour le Développement (IRD), fue convocado un comité internacional de expertos con el objeto de estudiar los mecanismos de valorización de las comunidades de investigadores e ingenieros de los países en desarrollo residentes en los países desarrollados. Uno de los objetivos centrales de este trabajo fue reunir y analizar las informaciones disponibles sobre las “diásporas” científicas y técnicas y estudiar las formas bajo las cuales las políticas públicas podrían favorecer las acciones de cooperación de estas organizaciones con los países en desarrollo. El interés mostrado por las instituciones participantes en la búsqueda de nuevas formas de participación de los científicos y técnicos emigrados en la cooperación con sus países de origen, señala la apertura de una nueva etapa en el reconocimiento del problema planteado en la construcción de la sociedad del conocimiento por las migraciones especializadas.
Conclusión
La generación de conocimiento científico y técnico ya no es en el mundo una actividad exclusivamente académica sino que conforma, modela e impone a la sociedad una nueva dinámica, interactuando con los centros de enseñanza, las empresas, los laboratorios, las agencias de financiamiento, los organismos gubernamentales y no gubernamentales e integra el llamado sistema nacional de innovación (SNI).
Aunque hay muy pocos estudios que analicen la importancia relativa de cada componente del SNI y de sus interacciones puede afirmarse que difícilmente los países de la región, especialmente en los más pequeños, podrán alcanzar niveles competitivos en la sociedad del conocimiento, con las inversiones que actualmente realizan, la ausencia de definiciones estratégicas y con las formas, casi inexistentes o aleatorias, de articulación de los diferentes componentes del sistema. Sin lugar a dudas que el sistema solo podrá consolidarse, crecer e innovar si dispone de una estructura científico-técnica profesional de alto nivel y logra analizar y resolver las dificultades exógenas y endógenas que plantea el mundo contemporáneo.
Esta situación de fragilidad producida en el sistema de producción de conocimiento, que compromete la estabilidad de muchas naciones, puede modificarse, si los países en desarrollo adoptan las definiciones epistémicas y políticas que permitan consolidar el sistema nacional de innovación y lo articulan en el marco de una integración regional e internacional.
Sin lugar a dudas que el sistema solo podrá consolidarse, crecer e innovar si dispone de una estructura científico-técnica de alto nivel. La experiencia de construcción del sistema nacional de innovación de los países desarrollados muestra que son necesarias por lo menos dos generaciones de un plan de desarrollo endógeno consecuente antes de que aparezcan los resultados económicos y sociales.
La acciones de revinculación no podrán, ni deberán remplazar las definiciones endógenas. Sin embargo la contribución en experiencia, conocimiento y capacidad de innovación que pueden aportar los profesionales residentes fuera de la región puede constituir un apoyo importante para el desarrollo regional hasta que el crecimiento endógeno del SNI permita asumir los desafíos del futuro.
Por otra parte, la posibilidad de transformar la concentración del pensamiento científico de los países desarrollados en una dinámica red norte-sur, con la participación de las comunidades de científicos y técnicos de la región residentes en esos países, podrá contribuir a reducir la brecha de conocimiento existente entre los dos mundos. Las acciones reticulares de revinculación profesional contribuirán también a revalorizar lo microlocal, devaluado por la globalización de las culturas.
Solamente recuperando el valor y la interactividad de las diferentes culturas, la movilidad multidireccional de las personas, de las ideas que vehiculizan como vectores de innovación y la difusión multicéntrica de los conocimientos será posible crear sociedades plurales. La aproximación a este paradigma implica crear múltiples polos de atracción para la generación del conocimiento los que facilitarán la expresión de los valores locales y la construcción de redes que permitan la interacción entre los diferentes nodos de diversidad.
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Extraido de:
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